La importancia del concepto de especie en el ámbito de las ciencias biológicas, radica en que es la base para la génesis de clasificaciones taxonómicas, las cuales tienen el fin de ordenar y comprimir información. Mediante una técnica, denominada sistemática, se busca un producto, la clasificación taxonómica. En zoología las clasificaciones siguen la teoría de conjuntos, de tal manera que ningún término, presenta un grado de pertenencia a un conjunto distinto del 100% o del 0%. A pesar de ello, la clasificación zoológica no es excesivamente natural, porque no hay consenso en lo referido a que es una especie. El objeto real de la especie es servir como fundamento de la taxonomía. Mientras mejor sea la definición de especie, mejor y más natural la taxonomía.
Un intento de arreglar esto fue la clasificación fedetista, que buscó una taxonomía numérica, a partir de un inventario de rasgos, mediante estadística para establecer relaciones. Sin embargo, sólo resultó útil para bacterias.
Así llegamos a un problema que tiene que ver con la biología, pero su principal componente es filosófico. No obstante, toda ciencia tiene su ontología. La especie es un conjunto de poblaciones, pero también es una unidad espacio temporal, es un grupo con relaciones filogenéticas que sirve de colectivo sobre el que hacer inferencia. Si se consigue un buen concepto de especie, se consiguen hacer generalizaciones y predicciones.
Existen muchas definiciones imperfectas. Mayr la define como un grupo de individuos con capacidad de reproducción común. Pero, en ningún caso es demostrable si los miembros de la especie actuales, lo son con los que vivieron hace 100 o más años , y no siempre con los que viven en regiones alejadas. Van Halen aboga por definir especie como conjuntos de individuos que usan unos mismos recursos ecológicos, pero una población puede cambiar de nicho en función de características puntuales del ambiente y muchas especies pueden emplear un nicho común, estableciéndose relaciones de competencia interespecíficas. Simpson la define como individuos con igual modo de reproducción, pero tampoco se puede asegurar que individuos no coetáneos se reprodujeran de igual modo. Hennig habla del concepto de especie paleontológica, a partir de la información conservada en el registro fósil, pero esa información es muy incompleta.
Sneath da una definición basada en la similitud morfológica, la cual en casos de dimorfismos, es bastante relativo y puede llevar a distinguir como diferentes individuos de la misma especie. Smith dice que los individuos de una especie son aquellos que se comportan de modo similar, pero el comportamiento y la conducta, muchas veces se ven modificados por el ambiente, por lo que no aparece un patrón estándar.
En conclusión, hasta que no haya un buen concepto de especie, no habrá una buena taxonomía, o al menos no una taxonomía natural. La clasificación más natural es la tabla periódica, porque se basa en unos principios claros y fijos.
Un intento de arreglar esto fue la clasificación fedetista, que buscó una taxonomía numérica, a partir de un inventario de rasgos, mediante estadística para establecer relaciones. Sin embargo, sólo resultó útil para bacterias.
Así llegamos a un problema que tiene que ver con la biología, pero su principal componente es filosófico. No obstante, toda ciencia tiene su ontología. La especie es un conjunto de poblaciones, pero también es una unidad espacio temporal, es un grupo con relaciones filogenéticas que sirve de colectivo sobre el que hacer inferencia. Si se consigue un buen concepto de especie, se consiguen hacer generalizaciones y predicciones.
Existen muchas definiciones imperfectas. Mayr la define como un grupo de individuos con capacidad de reproducción común. Pero, en ningún caso es demostrable si los miembros de la especie actuales, lo son con los que vivieron hace 100 o más años , y no siempre con los que viven en regiones alejadas. Van Halen aboga por definir especie como conjuntos de individuos que usan unos mismos recursos ecológicos, pero una población puede cambiar de nicho en función de características puntuales del ambiente y muchas especies pueden emplear un nicho común, estableciéndose relaciones de competencia interespecíficas. Simpson la define como individuos con igual modo de reproducción, pero tampoco se puede asegurar que individuos no coetáneos se reprodujeran de igual modo. Hennig habla del concepto de especie paleontológica, a partir de la información conservada en el registro fósil, pero esa información es muy incompleta.
Sneath da una definición basada en la similitud morfológica, la cual en casos de dimorfismos, es bastante relativo y puede llevar a distinguir como diferentes individuos de la misma especie. Smith dice que los individuos de una especie son aquellos que se comportan de modo similar, pero el comportamiento y la conducta, muchas veces se ven modificados por el ambiente, por lo que no aparece un patrón estándar.
En conclusión, hasta que no haya un buen concepto de especie, no habrá una buena taxonomía, o al menos no una taxonomía natural. La clasificación más natural es la tabla periódica, porque se basa en unos principios claros y fijos.
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